Serie K: estatuaria (10): el burrito del Parque de Málaga

A la mayoría de la estatuaria y esculturas públicas se les debe el mayor de los respetos, en lo cual se incluye el no maltratarlas o causarles desperfectos, no encaramarse sobre ellas o cualquier acción que pueda suponer un menoscabo de aquello que está para su contemplación y deleite urbano. Ello no es óbice para que se haya creado una línea conceptual dentro del mundo de la estatuaria pública donde se crean composiciones en las que está permitido un cierto juego con la escultura en cuestión para hacerse fotos junto a ella. Se trata de un concepto muy usado en estatuas de personajes célebres, dentro de la acción turística de muchas urbes, que invitan a que el público se le siente a su lado para así inmortalizar tal acción con el debido respeto.


Pero antes de ese feed-back escultural, ya existió un ejemplo paradigmático del buen hacer relacional entre escultura y público, situado en pleno Paseo del Parque de Málaga, ese encantador jardín entre bucólico y sentimental que emerge tan cerca del mar. Se trata de la escultura dedicada al juanramoniano animal orejudo creado en su obra Platero y yo, instalada en tal jardín en 1968 y que fue obra del autor local Jaime Fernández Pimentel. Tal escultura, realizada en bronce, ha sido usada por vecinos y visitantes para todo tipo de fotografías, predominando aquellas en las que el burrito ( como así se el conoce popularmente ) servía para montar a todo un tropel de chavalería que acabó por desgastar ostensiblemente su maltrecho lomo. Cualquier malagueño que se precie tiene su particular foto a lomos de tan pequeño animal cuando solo despuntaba escasos años. Ejercicio nostálgico con burro incluido.

Ubicación: Paseo del Parque ( Málaga )
Autor: Jaime Fernández Pimentel
Año: 1968


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