Los extras del Parche (7): los grandes cacharritos

Una vez pasado el verano también se acaban las ferias, verbenas y demás fiestas vocingleras donde es moneda común la concurrencia de atracciones y demás instalaciones ociosas ligadas a la velocidad y al vaivén multiplicado. Dejando de lado a la noria, reina de estas  lumínicas y luminosas reuniones mecanizadas, una de las atracciones más clásicas y representativas es la denominada Saltamontes, consistente en una pieza central rodeada de una serie de brazos hidraúlicos, que terminan en unas barcas donde se coloca el azaroso público, y cuyo sencillo mecanismo sube y baja, marcha hacia adelante y hacia atrás, combinando diversas velocidades y alturas, junto con algún que otro efecto como cierto traqueteo apresurado. Esta atracciones son las que podríamos denominar como grandes cacharritos, una especie de titanes dentro del universo cacharreril, emparentados en su alma mecánica y su continuo y ditirámbico deambular para solaz de pequeños y mayores, sin obviar una estética entre el art-pop desmelenado y la juguetería de barrio.
Sin duda alguna el elemento más descacharrante, y a veces hipnótico, de estas atracciones sea la figura ( generalmente un animal o un personaje animado readaptado a la tiranía de los derechos de autor ) que corona el núcleo de estos cacharrazos cacharritos y que sirve, además de como identificación mostrenca, para bautizar a la máquina en cuestión, realizando un peliagudo ejercicio metonímico. Ahí van algunos ejemplos de esta tan jugosa como algo grotesca maquinación:


Qué mejor que empezar este repaso con un saltamontes para hacer honor a la máquina. Lustroso y espigado, luce reluciente y verdoso, con sonrisa descomunal y en pose entre gimnástica y boxística, que nos puede recordar a una versión sport de Flip, el saltamontes amigo de la abeja Maya.


Aunque también este animalejo puede evocarnos al honrado amigo de la vivaracha abeja al estar tocado con una especie de chistera y pertrechado con un elegante traje y paraguas, pero la nomenclatura de la atracción nos pone en la pista de su auténtica ralea taxonómica y parece ser que se trata de un grillo, por lo cual podemos proseguir con los parecidos razonables y colocarlo cercano al latoso Pepito Grillo. Así mismo también luce resplandeciente y mofletudo, como avisando del comienzo de la carrera que se avecina.


Para cerrar el triunvirato de zoológico verdoso aparece esta rana ( o sapo, como indica el nombre de la atracción ), de vientre rotundo, boca inconmensurable, provisto de una chaquetilla, quizás de pijama, poco favorecedora.


Siguiendo con la filiación animal encontramos este canguro, bastante preceptivo, puesto que a estas atracciones también se las conoce con tal denominación marsupial. Así mismo y siguiendo con una extraña tradición que emparenta a estos oceánicos animales con el boxeo se le presenta con unos guantes de tal disciplina deportiva, aunque nuestros ojos se vayan hacia su prominentes paletones o hacia esa mirada, entre asustada y atolondrada, que le otorga una expresión de  " qué hago yo aquí ".


Saliéndonos del mundo animal, aunque no del todo, nos chocamos con un ejemplo de personaje animado trasladado al mundo big cacharreril, y qué no podía ser de otra manera muestra al personaje pionero del tío Walt, o sea, a Mickey Mouse, ataviado como aprendiz de brujo y casi flotando desde Fantasía. Aparte del estrellado e inconfundible gorro se le muestra con una varita mágica, rematada en una estrella prominente y una bola de dudoso origen. De la operación de lifting perpetrada sobre el rostro de este ratoncillo mejor no decir nada.


Otro clásico disneyano adoptado por los amigos feriantes es Goofy, el bípedo perro íntimo del ratón Mickey, que ha tenido bastante prevalencia dentro de este mundo cacharreril, de ahí que su atracción venga aparejada con el prefijo super. Impagable su pose bailonga y desenfadada, animosa y marchosa como pocas.


Y para cerrar este agigantado capítulo cacharreril una muestra exótico-antropológica. No de otra manera puede definirse a este mexicano corajudo y bigotudo, de barriga mantecosa, cuello ninguneado y expresión entre siniestra y babosa. Sin olvidar el típico sombrero local, de un color rosa desmoralizador. ¡¡Ándale!!

Campana cacharrito y se acabó.








Comentarios

Entradas populares