Serie C: decadencias (1)

Comienza una nueva serie en este blog de sobrias estridencias callejeras, y ahora le toca el turno a lo que yo vengo a llamar, en un alarde de laxa vaguedad, decadencias. Con ello me refiero, sobre todo, a edificios abandonados o en claro desuso, pero particulares por su antigua condición, avejentados rincones urbanos, olvidados por el ojo de la gente y postrimerías callejeras, condenadas a una tenue pero inexorable extinción.


Sin duda alguna las mayores decadencias que una ciudad puede mostrar son sus derribos, los restos de su pretérito bosque de construcciones, del que después de la acción de la piqueta sólo queda un desvencijado solar y las marcas, en los edificios colindantes, del trazado de lo que ya no existe pero que un día sí fué: tramos de escaleras, azulejos de la cocina, grifería del baño, papeles pintados del salón, toda una especie de radiografía íntima-urbana, un último alarde de exhibicionismo casero.



Da el pistoletazo de salida de esta serie uno de esos derribos/decandecias, y lo destacamos porque ante nuestros ojos aparece un rabiosamente entrañable dibujo en una pared, posiblemente perteneciente a la habitación de algún niño, y que posee la forma de un pulpo, mezclado con globo, de bonachona expresión y tocado con una elegante chistera. Sinceramente, nos rompe el corazón, aunque antes hubo que romper la pared para verlo.

Ubicación: C/ Carretería ( Málaga )

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