Los extras del Parche (12): Expo'58 de Bruselas


Tal día como hoy de hace 60 años se clausuraba la Exposición Universal e Internacional de Bruselas, que había sido inaugurada el 17 de abril de 1958 por Balduino I, el rey de los belgas. Para festejar tal efeméride traemos a colación algunas de las instantáneas aparecidas en el número especial que la afamada revista Paris Match dedicó a la Expo'58, la primera gran exposición celebrada tras la II Guerra Mundial. La portada estaba ocupada por el símbolo y signo de aquel acontecimiento, el Atomium, tan soberbio como fantástico.


Construida en la zona de Heysel, a unos 7 kilómetros del centro bruselense, ocupaba una extensión de 2 kilómetros cuadrados, proyectándose sobre la misma zona que había ocupado la Exposición Universal de Bruselas de 1935. Con 52 países participantes y 41 millones de visitas al final del exposición el lema que guió su temática fue: " Una visión del mundo, un nuevo humanismo "


Imbuida de la eclosión del progreso, la técnica y la ciencia del momento, propició un desarrollo arquitectónico desaforado con pabellones de una vanguardia expansiva que reflejaban al afán de la positividad y la confianza en un futuro que se tomaba como feliz e implacable. Y ahí tenemos al pabellón francés que quería llegar a ese dulce y deseado porvenir de forma aguzada, lanzada sin remedio hacia el infinito.


Si el futuro se veía dichoso y propicio el presente se tornaba desconfiado y escéptico, con una guerra fría en plena efervescencia, de ahí que las dos potencias cabezas de cada bloque intentaran lanzar mensajes muy marcados de éxito y voluntad. Si el pabellón de la U.R.S.S. era el epítome de la estética soviética, el americano se basaba en el éxito de la espaciosidad y la innovación tecnológica.


El mensaje también se hallaba en la confrontación, espacial y metafísica, cruzándose dos concepciones del mundo tan antagónicas como valerosas, tan implicadas como fructuosas, pero en toda batalla siempre acaba dando alguno de los contendientes el último golpe: Vaticano/U.R.S.S.



Todos lo admiraban. Todos querían verlo. Todos decidieron hacerlo suyo finalmente, pese a cierto rechazo miope o desdén provinciano. La Torre Eiffel de 1958 se tituló con acierto, en un juego de nostalgias y tiempo.


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