Muchos visitantes de
Notre-Dame de París no suelen pasear por las traseras de tan espléndido templo gótico, lo cual les priva de observar el discreto busto que el duque
Melzi d'Eril donó a la ciudad del Sena en 1906 del insigne dramaturgo veneciano,
Carlo Goldoni, considerado uno de los padres de la comedia italiana y que murió en la capital francesa, en la más absoluta miseria, al comienzo de la época revolucionaria.
Vivió largo tiempo en la corte versallesca de
Luis XV y allí escribió la que sería su última obra,
Le bourru bienfaisant, de cuyo prefacio se extrayeron las palabras que decoran una de las caras del basamento sobre el que descansa el busto de medio cuerpo del autor italiano, que se representa de forma clásica y con una media sonrisa, quizás expresión de sus tiempos gloriosos, quizá mueca extraña ante las vicisitudes de su agitado final. Todo un autor.
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