Serie D: arqui_texturas (22)

En este serie somos muy receptivos a la hora de atender a los aditivos decorativos de las fachadas de diversos edificios, centrándonos sobre todo en los más abundantes, como son los elementos escultóricos. Por ello, la presencia de murales pintados, cual gigantesco lienzo en forma de superficie prístina para ser dibujado, supone un alborozo aún mayor. Y este es el caso que nos atañe en esta ocasión, un imponente mural sobre la fachada de un edificio, en pleno centro de Torremolinos. Obra del pintor Padilla, fechado en 1993 y situado en uno de los extremos del conjunto residencial San Enrique, es un mural patrocinado por el ayuntamiento de la ciudad costasoleña, de temática religiosa aunque con matices.

De entrada nos lanza a un doble juego de lecturas pictóricas. De un lado el evidente reflejo del Cristo de San Juan de la Cruz de Dalí, calcando su estructura y composición, siendo el crucificado una cuasi réplica, así como como todos los elementos paisajísticos celestiales, incorporándose en esta ocasión un globo terráqueo de ecos universalistas. De otro lado tenemos toda la escena de la parte inferior, un paisaje espectral y silencioso, lleno de una ruidosa calma; y que aunque también puede hacernos pensar en otras obras del pintor de Figueras, posee una arrebatadora conexión con la pintura metafísica de De Chirico, caso de obras como Los placeres del poeta, de una soledad fantástica, de una callada y sombría elocuencia.

Aplaudamos el riesgo del homenaje bien hecho, del supertexto pintado, de la interconexión de las ideas. Y todo a la luz del día. O como tituló el autor: Visión de una realidad.  Y yo me atrevo añadir: la realidad, pero, ¿ cuál ?.

Ubicación: Avenida de Isabel Manoja ( Torremolinos )