En esta época de crisis y desasosiegos económicos resulta llamativo, y hasta reconfortante, que el propio callejero nos ofrezca soluciones para salir del atolladero social sobre el que galopamos. Y qué mejor que una plaza que ostente un nombre tan fraternal y con tanta bonhomía, aunando dos procesos tan necesarios como satisfactorios, como son la cooperación y el ahorro. Aunque también suena a nombre de aseguradora o de monte de piedad.
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