17 de febrero de 1600. Campo de' Fiori, Roma.
Giordano Bruno es quemado vivo en la hoguera por obra y gracia de la Inquisición romana tras ser condenado por hereje en un intenso y largo proceso donde ejercía de acusador el futuro santo
Roberto Belarmino, luego llamado
martillo de herejes.
El exdominico, insidioso y errante, de amplio prurito intelectual, creía en la existencia de otros mundos, negaba la Santísima Trinidad y la divinidad de Jesús, pregonaba la salvación de Satanás,... .
Todo un heterodoxo, de ingente bagaje cultural, irredento viajero por necesidad, favorable de un heliocentrismo radical, se atrajo incluso las antipatías del mundo protestante.
Obra de
Ettore Ferrari, sufragada por suscripción popular en 1889, se alza la escultura de
Bruno en el mismo lugar donde ardió, mostrando a un recio y meditabundo monje, cabizbajo pero perseverante, lúgubre pero tenaz, exhalando una sensación tan perpleja como inquietante.
Dicen que aquel que mire su rostro no regresará a Roma. Una última malicia con ese toque mágico tan caro a
el Nolano, como él se hacía llamar por haber nacido en Nola, cerca de Nápoles, en una casucha en mitad del campo. Un campo, posiblemente, lleno de flores.
Ubicación: Campo de' Fiori ( Roma )
Autor: Ettore Ferrari
Año: 1889
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