Los extras del Parche (5): el pueblo de Popeye


Se dice que el cine es la fábrica de los sueños, pero esos sueños pueden continuarse no sólo mediante el continuo visionado de las películas, si no a través de algo más físico y palpable como es pasear, ver y tocar los lugares donde tales films se rodaron, y más aún cuando los decorados que sirvieron de realidad material de esas películas se conservan en pie. Y de esto tenemos un ejemplo maravilloso con Popeye.


Creado por E. C. Segar en los años 20, Popeye era un marinero tuerto, de gran corazón, sempiterna pipa en la boca y devorador de espinacas que le otorgaban una fuerza descomunal. Alrededor suya pululaba una pléyade de personajes, tan raros como entrañables, tales como su flacucha novia Olivia, su enemigo Brutus o su pelón hijo Cocoliso.


En 1980, el inefable productor Robert Evans arguyó una adaptación de este universo y encomendó su dirección a un Robert Altman en horas bajas. Era una extraña mezcla de musical y cartoon, bastante infantil, falta de ritmo y anticuada para el gusto de la época y que supuso uno de los fiascos comerciales más importantes de la década. Rodada en Malta, se decidió construir en Anchor Bay, al noroeste de la isla, una espectacular réplica del pueblo de Popeye, conocido como Popeye Village o también como Sweethaven Village, que fue pergueñado por Wolf Kroeger, diseñador de producción del film.


Una vez finalizado el rodaje, se decidió mantener en pie todos los decorados y convertirlo en una atracción turística, a medio camino entre reclamo para cinéfilos de gustos tangenciales, parque acuático y zona de esparcimiento familiar de fin de semana. Resulta curiosísimo dejarse caer por este rincón maltés y comprobar el mantenimiento de este pueblo de casas de madera ( al parecer traída desde Holanda y Canadá ), en cuya arquitectura se expresa el origen animado de esos personajes; de ahí que todo esté torcido, ladeado, con fachadas inclinadas, exagerado techos aguzados y estrechas escaleras, exudando todo un extraño aire entre lo bizarro y lo expresionista.


Cada casa del pueblo posee su función específica, no faltando de nada, desde la barbería a la oficina postal, pasando por el colmado o la ineludible casa de Popeye.


Además de las desquiciadas arquitecturas, todo el poblado está salpicado de estampas de la vida cotidiana de ese rincón costero, así como de representaciones de algunas escenas de la película, caso del combate de boxeo entre el tuerto marino y su barbudo enemigo, con más buenas intenciones que acierto plástico.


Todo ello se complementa con un pequeño museo acerca de la historia del personaje come-espinacas y una pequeña tienda de recuerdos, con una sala contigua que exhibe de forma ininterrumpida el film protagonizado por un jovencísimo Robin Williams.


Pero como no únicamente de espinacas vive el hombre, se ha habilitado una parte de los decorados para acoger todo un entramado navideño, que alberga la casa de Santa Claus, el taller de los gnomos constructores de juguetes y demás panoplia invernal. Además de lo raro de su ubicación, destaca por la cutrez extrema con la que todo está diseñado y mantenido, abundante en polvo y rozando tanto lo esperpéntico como lo grimoso.


Pero el contrapunto veraniego de este apabullante recinto lo encontramos en el otro extremo de la bahía donde se ha colocado un trasunto de parque acuático, si se le puede llamar así, cuajado hamacas y ciertas estructuras lúdico-acuáticas, por llamarlas de algún modo.


Y no olvidemos los consabidos y obligados bares y restaurantes necesarios para reponerse de tanto sofoco y en los que se llega a servir una hamburguesa de espinacas, y que básicamente se ubican a la entrada del recinto, una entrada que sobre todo destaca por la casa que sirve de recepción del recinto y donde se venden los tickets de entrada.

En fin, todo un mundo de ocio, de visita obligada para los visitantes del archipiélago maltés, expresión de lo maravilloso del mundo del cine y ejemplo de ejercicio comercial al aprovechar unos decorados cinematográficos absolutamente arrebatadores e impactantes y que han sabido superar incluso el recuerdo de la película a la que dieron cobijo. Algo fácil de conseguir si tenemos en cuenta el pestiño cósmico, aunque no exento de encanto, que fue Popeye, la película.

Ubicación: Anchor Bay ( Isla de Malta )














Comentarios

Entradas populares