Poner nombre a un negocio no es cuestión baladí, existen ejemplos de errores garrafales, que casi rozan la mofa; y muchas veces ello va aparejado del uso de un rotulismo o cartelería igual de equivocada, cuando no fea. Por todo ello, uno se congratula con el mundo cuando ve ante sus ojos un buen acierto toponímico, y si encima viene acompañado de un diseño acertado, la alegría es desbordante. Y el de hoy es un ejemplo palmario de ello. Entrar a un pub con un nombre
sthendaliano es, cuanto menos, algo conmovedor y regocijante, capaz de crearte la ilusión de que allí dentro te ocurra alguna aventura
bonapartista. A todo ello añadamos el fascinante rótulo, diagonalmente partido en dos, con un necesario bicromatismo y todo ello enmarcado en una especie de descatalogada pantalla de televisor de tubo. Al final de todo, mi indispensable
Guilles Lipovetsky tendrá razón y el mundo es ya sólo una pantalla.
Ubicación: C/ Wagner ( Málaga )
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